Nuestra sección de viajes hace las maletas y pone rumbo a una de las capitales europeas más de moda:
¡Nos vamos a Berlín!
Al noreste de Alemania, a escasos 70 km de la frontera con Polonia, se alza Berlín, una ciudad con más 3,4 millones de habitantes y mucho por descubrir. Historia, arte, cultura, gastronomía… nada falta en una de las ciudades más cosmopolita del mundo. Hoy hacemos las maletas y volamos rumbo a Berlín.
Lo primero que necesitamos para visitar Berlín es encontrar un transporte, y vista la lejanía la mejor opción es el avión. Desde España casi todos los aeropuertos operan a Berlín sin escala, hay vuelos a diario en todo tipo de compañías, y si optáis por una low cost podréis encontrar vuelos a partir de 50-100€ dependiendo de las fechas. Eso si, fijaos siempre a qué aeropuerto se dirige vuestro vuelo, ya que hay varios en la ciudad y no todos son igual de accesibles.
Una vez tengamos el transporte debemos escoger un hotel. La oferta en Berlín es muy amplia y apta para todos los bolsillos, pero como es normal la cercanía al centro y una mejor calidad del alojamiento pueden encarecer el precio bastante. Os recomendamos cogerlo con antelación porque la demanda es muy elevada. Nosotros estuvimos alojados en el Hotel Meininger de la Estación de Hauptbahnhof, una buena elección calidad/precio más que recomendable para gente joven.
Al ser nuestra primera vez en Berlín optamos por hacer un recorrido por los típicos puntos de interés que ofrece la ciudad, pero si ya habéis tenido la posibilidad de visitar los lugares más turísticos os proponemos un nuevo viaje para conocer el Berlín más auténtico. Hemos encontrado este post de GoEuro hablando de los barrios más populares de Berlín para vivir la ciudad como un ciudadano más.
DÍA 1:
Empezamos nuestro viaje visitando los monumentos más cercanos a nuestro hotel, y en un breve paseo nos plantamos en el Parlamento Alemán, un impresionante edificio sobre el que destaca su gigantesca cúpula de cristal. Se puede acceder a él completamente gratis, pero debes reservar tu entrada por internet para poder subir hasta la cúpula y disfrutar de las vistas.
Muy cerquita del parlamento encontramos la Parisier Platz, famosa por acoger la Puerta de Branderburgo. Este es uno de los puntos más turísticos de la ciudad y uno de los más fotografiado por los turistas. Como casi todo Berlín, gran parte de la plaza fue destruida durante la II Guerra Mundial, pero más tarde fue reconstruida mostrando un aspecto muy similar al original. Aquí perdemos poco tiempo porque con tanta gente apenas ni merece pararse a hacer la foto.
Continuamos nuestro camino y enseguida llegamos al Monumento a las víctimas del holocausto, que consiste en un terreno donde han elevado 2.711 bloques de hormigón de diferentes alturas. Fue construido entre los años 2003 y 2005 y ya se ha convertido en uno de los puntos más visitados de la ciudad. Bajo el hormigón se encuentra en centro de información, un pequeño museo gratuito que se compone básicamente de fotografías sobre el holocausto.
Desde la Parisier Platz parte Unter den Linden, el principal Boulevard de la
ciudad. Lo recorremos andando para encontrarnos con otras importantes localizaciones como la famosa Bebelplatz y su facultad de derecho, la Caja Humboldt (una moderna estructura con exposiciones, restaurante y una azotea con buenas vistas), la Ópera Estatal, la Nueva Guardia, la Casa del comandante y la Catedral de Berlín. Nosotros vimos casi todo por fuera y solo nos paramos para entrar en la catedral (cuesta 4€ para estudiantes y 7€ para adultos) y en la Caja Humboldt, donde no pagamos nada.
Terminamos nuestro primer día subiendo a la famosa Torre de la Televisión, una espectacular estructura de 368 metros de altura. La entrada cuesta 13€ y arriba, además de un bar y un restaurante, se puede disfrutar de las vistas más elevadas de la ciudad. Sin embargo, entre las vigas y los cristales la panorámica no es tan buena como cabía esperar, así que olvídate de hacer buenas fotos porque es prácticamente imposible. A nosotros nos pareció una visita más que prescindible.
Antes de coger la cama cenamos una espectacular hamburguesa con mucha cerveza alemana. Un lujo 😛
DÍA 2:
El segundo día amanecemos temprano y optamos por seguir la recomendación de un amigo: alquilar una bici. Berlín es una ciudad muy fría en invierno y tuvimos suerte porque nos hizo sol y pudimos disfrutar a tope pedaleando. La ciudad además invita a ello, está preparada con cientos de carriles bici, es completamente llana y hay grandes espacios donde aprovechar el transporte a dos ruedas.
En el mismo hotel alquilamos las bicis por 12€ al día y rápidamente ponemos rumbo a nuestra primera parada, Potsdamer Platz, allí vimos la plaza, el Sony Center y el paseo de la fama, antes de continuar hacia la siguiente parada: La Topografía del Terror. En este punto puedes gastar todo el tiempo que quieras, y es que es una impresionante galería de imágenes sobre el holocausto con muchísima información detallada sobre el tema.
Aprovechando el sol y ya con un poco de hambre no dudamos en tomar un aperitivo en uno de los típicos puestos de salchichas que hay por la calle en Berlín. Y así seguimos pedaleando hasta el famoso Checkpoint Charlie. Para quien lo sepa este es el paso fronterizo más famoso que dividía la ciudad de Berlín antes de la caída del muro. Es otro de los lugares que más turistas atrae, y aún más si cabe para los cinéfilos que hayan visto la última de Spielberg: ‘El puente de los espías’.
Unas fotos de rigor y una visita a ASISI, una nueva atracción situada en esta zona que recrea a través de una espectacular panorámica el muro de Berlín tal y como era en su época. Merece la pena, aunque nos pareció un poco caro para lo que era. Otra opción cercana es visitar el Museo Checkpoint Charlie (dedicado al muro y sus pasos fronterizos), aunque nosotros preferimos no hacerlo y continuamos con nuestras bicis hacia la zona de East Side Gallery, donde se encuentran los restos del muro que más merece la pena visitar y fotografiar.
Aquí aprovechamos, además, para ver el estadio Mercedes Benz Arena y para comer junto al río en un popular restaurante conocido como ‘Pirates’ con vistas al Puente de Oberbaum y al Río Spree. Antes de volver nos acercamos a elNhow Berlín, un edificio de estilo futurista en tonos rosados ideado por el diseñador neoyorquino Karim Rashid.
Terminamos el día dando una vuelta por el centro, viendo las calles de compras, Alexander Platz y la fuente de Neptuno.
DÍA 3:
Comenzamos nuestro tercer día, ya sin bici, visitando el Barrio Medieval de San Nicolás, o lo que es lo mismo, el barrio más antiguo de Berlín. Se trata de una reconstrucción del original, ya que también fue bombardeado durante la II Guerra Mundial y apenas quedó nada. De ahí nos acercamos a la Isla de los Museos, donde se encuentran el Museo Nuevo, el Museo Pérgamo y la Galería Nacional. Visitar todos puede llevarte mucho tiempo y puede dejar tocado tu bolsillo, además si has estado en otras capitales europeas importantes podrás comparar museos y seguramente estos salgan perdiendo. Nuestra recomendación es que mires qué colecciones alberga cada uno y si alguno te interesa acudas a él. Nosotros, por ejemplo, optamos por el Museo Nuevo.
Nuestra siguiente visita fue una de las que más disfrutamos, pero tuvimos que alejarnos del centro hasta la estación de metro de Gesundbrunnen, allí se encuentra Berliner Unterwelten, o lo que es lo mismo, una serie de visitas guiadas a través de los búnkers que utilizaba la población durante la II Guerra Mundial. Hay tours en castellano y son realmente interesantes. El precio ronda los 10€ y podéis ver toda la información aquí: http://berliner-unterwelten.de/inicio.1.2.html
Esa tarde teníamos previsto visitar el Palacio de Charlottenburg, pero se nos hizo tarde y tuvimos que dejarlo para nuestro próximo viaje a Berlín (dicen que siempre hay que dejarse un motivo para volver, no?). Como alternativa decidimos dar un largo paseo por Tiergarten, un gigantesco parque de 210 hectáreas en cuyo centro se alza la Columna de la Victoria.
DÍA 4:
El último día madrugamos para hacer una excursión al Campo de Concentración de Sachsenhausen. Desde la Puerta de Brandenburgo salen excursiones a diario (cuidado con ir los lunes, el campo está abierto, pero las exposiciones cierran). Hay algunas gratuitas (te piden la voluntad al finalizar) y otras de pago por unos 15€, tú decides. El campo fue construido en 1936 por prisioneros de otros campos de concentración y está bastante bien conservado y reconstruido. Se pueden ver los muros que rodean la explanada donde se ubicaba el campo, acceder a un barracón, ver los restos de la cámara de gas, el paredón de fusilamiento, las cocinas o el centro donde experimentaban con los prisioneros. Si además vais con un guía os dará mucha información relevante sobre el tema.
La última tarde podéis gastarla en ver algún museo o zona que os hayáis dejado. El museo judío, la plaza de Gendarmenmarkt, la Iglesia Memorial Kaiser Wilhelm son algunas buenas opciones, aunque también podéis optar por ir de compras o salir de fiesta, las alternativas de esta ciudad son infinitas.
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