Día 5: Desierto de Erg Chebbi – Gargantas de Todrá
Abandonamos el desierto con la tristeza de tener que marcharnos, pero felices de haber podido disfrutar de otro regalo de la naturaleza. ¡Seguro que volveremos!
Nuestra siguiente parada eran las Gargantas de Todra, un lugar perfecto para hacer noche de camino a Marrakech y así evitar hacer un viaje tan largo en un solo día.
Gargantas de Todra
Las Gargantas de Todra son una serie de cañones fluviales de piedra caliza localizadas en la parte oriental de las montañas del Alto Atlas en Marruecos, cerca de la ciudad de Tinerhir. Tanto el río Todra como el vecino río Dades son responsables de labrar estos profundos cañones en los acantilados, en sus últimos 40 kilómetros a través de las montañas. La altura de las paredes del cañón puede variar, pero en algunos lugares puede alcanzar los 400 metros de altura.
Nada más pasar el pueblo de Tinerhir nos encontramos con la postal más famosa y alucinante de las Gargantas de Todra. Una carretera que pasa junto al río donde las altísimas paredes del cañón se estrechan y crean una imagen imponente y preciosa. Es un desfiladero fácilmente reconocible en el que suele haber puestos con gente vendiendo cosas y donde los locales se acercan al río para coger agua y refrescarse.
Nuestro hotel, el Aubergue le festival, estaba a un par de kilómetros pasando ese punto. Es un lugar muy curioso, parece un castillo, con torreones y vistas al cañón. Algunas habitaciones son como pequeñas cuevas, sin ventanas pero muy curiosas y bonitas. Lo recomendamos muchísimo.
Al llegar nos acomodamos en nuestra habitación, comimos una tortilla bereber y una ensalada en el restaurante del hotel y preguntamos qué ruta podíamos hacer por la zona. El chico de recepción intentó explicárnoslo con un inglés más que deficiente, y tras un rato nos dimos cuenta de que no íbamos a conseguir nada, así que decidimos salir a investigar por nuestra cuenta con un poco de información que encontramos en Google.
El trekking comienza justo antes del desfiladero que mencionábamos antes (si coges la carretera desde nuestro hotel en dirección a Tinerhir). A la derecha hay unas escaleras que se ven muy bien y una pequeña explanada para dejar el coche. Ahí se aparca.
Empezamos a caminar subiendo las escaleras y vimos algunas marcas en las rocas, pero a los 5 minutos ya no encontramos ninguna marca y no teníamos nada claro cuál era el camino, así que dimos la vuelta para ver si conseguíamos encontrar la ruta correcta. Vimos entonces a una pareja belga que se alojaba también en nuestro hotel y nos dijeron que ellos iban a hacer esa misma ruta. Se habían descargado la aplicación maps.me, que funciona sin conexión a internet (en esa zona no hay datos móviles), e iban siguiendo más o menos el camino que les indicaba.
Nos hicimos amigos y fuimos con ellos siguiendo el cauce del río. Todo era saltar piedras gigantes, trepar y meternos por sitios bastante complicados. Creo que en esta parte no cogimos el camino correcto, pero más o menos tratábamos de no desviarnos de lo que marcaba la aplicación. Por suerte hicimos muy buenas migas con esta pareja tan simpática y pasada una hora y media, cuando empezamos a subir la montaña, vimos por fin un camino con forma de camino. Tenemos que decir que cuando terminamos la ruta y cogimos el coche, nos fijamos en la ladera por la que habíamos empezado a caminar y si que vimos un camino justo por encima del cauce del río.
Nuestro trekking empezaba a ascender hacia la cima de la montaña. El camino es muy bonito y el paisaje es muy espectacular, aunque la subida es bastante dura. Es cierto que el Cañón del Dadès nos gustó más, pero aún así es muy bonito y si te gusta el montañismo, hacer trekking y la naturaleza, es una ruta muy muy chula.
Habíamos leído que se tardaban 4 horas y media en hacer la ruta y nosotros la hicimos en tres horas y media. Cierto es que no paramos para descansar, solo un minuto de vez en cuando para beber agua y sacar alguna foto. Pero se puede decir que la hicimos prácticamente del tirón.
En lo alto de la montaña, la ruta pasa por un campamento de una familia nómada. Tenían cabritas, nos enseñaron cómo vivían y nos invitaron a tomar el té, aunque no nos quedamos porque no queríamos que se nos hiciera de noche. Es increíble que vivan en ese lugar tan inaccesible.
Uno de los hijos nos acompañó un rato para mostrarnos por donde debíamos bajar (es una ruta circular) y nos contó un poco cómo vivían y lo complicado que es para ellos tener que bajar al pueblo a por agua o para ir al colegio. Cuando se aseguró de que encontrábamos el camino de regreso se despidió y le dimos algo de propina.
Bajamos la montaña y llegamos al pueblo de Tinerhir. Hay que atravesarlo, salir a la carretera y ya una vez ahí, ir dirección al desfiladero donde se ha aparcado el coche. Parece fácil pero hay que cruzar el río y el pueblo es un maldito laberinto. Cuidado con perderte.
Nosotros comenzamos a las 15:10 y cuando llegamos estaba empezando a anochecer así que hay que tener muy en cuenta la hora porque no conviene nada que se haga de noche en el camino. Recomendaríamos salir un poco antes.
Cogimos el coche, compramos unas patatillas y fuimos al hotel a darnos una ducha y descansar. Habíamos pedido que nos guardaran en la nevera las cervezas que nos habían sobrado del desierto, así que nos sentamos tranquilamente en la terraza del hotel y nos las tomamos junto con el aperitivillo que habíamos comprado y fuimos muy felices viendo las estrellas. Previamente habíamos acordado con los chicos del hotel que nos pondrían la cena a las ocho. Nos habían dado a elegir un tajín, una musaka griega o una barbacoa de carne. Yo elegí la musaka y Jorge la barbacoa. Nos pusieron una ensalada y unas aceitunas. Mi musaka estaba rica pero la barbacoa no valía nada.
Día 8: Gargantas de Todra – Estudios de cine – Marrakech – Madrid
Al día siguiente a las 7 ya estábamos desayunando en el hotel. ¡Y qué desayuno más rico y abundante! Sinceramente recomendamos mucho el hotel, está bien situado, es muy bonito, muy tranquilo y no es caro. El precio de una noche eran 67 euros y la comida más la cena nos costó 40 euros en total.
Y con mucha pena, recogimos nuestras cosas, cogimos el coche y volvimos a la carretera. Ya solo nos quedaban 6 horas por la carretera hasta llegar a Marrakech y coger el vuelo de vuelta a Madrid, pero de camino nos quedaba una parada por hacer.
Después de haber conocido la increíble ciudad de Ait Ben Haddou y su relación con el cine, no podíamos irnos de Marruecos sin visitar los Estudios de Cine Atlas situados a las afueras de Ouarzazate.
Los Estudios de Cine Atlas son los más grandes de Marruecos y pueden visitarse todos los días de 8:30 a 19:30. La entrada cuesta 8 euros e incluye un guía que hace un recorrido por los estudios mientras cuenta curiosidades de los estudios así como de las películas que se grabaron en ellos. Nunca habíamos estado en unos estudios de cine y la experiencia nos encantó.
El guía nos contó que la primera película que se grabó en Marruecos fue Lawrence de Arabia en 1962 y fue ahí cuando se dieron cuenta del potencial que ofrecía ese país oriental: posee diversos y distintos ecosistemas, el gobierno ofrece facilidades diplomáticas y económicas, y es mucho más barato que la mayoría de los países. Esto convierte a Marruecos en un excelente lugar donde grabar películas de todo tipo, y por ello se construyeron estos estudios en los que se han grabado escenas de películas tan espectaculares como Gladiator.
Durante la visita se puede ver que los estudios son modestos y algo antiguos, pero aún así vale bastante la pena visitarlos y comparar los decorados con el resultado final que luego se ve en los cines. Hoy en día las películas se graban y producen con cromas y ordenadores, pero en este lugar aún puedes apreciar la magia del cine más clásico.
Para nosotros lo mejor de la visita fue el guía. Un chico joven que no solo nos explicó un montón de cosas curiosas sobre las películas, los actores, actrices y los rodajes, sino también grabó unos vídeos en los que nosotros (el grupo que estaba haciendo la visita) hacíamos de intérpretes y utilizábamos los decorados del estudio. Fuimos delincuentes en un autobús de Prison Break y egipcios en el templo de Cleopatra. Lo pasamos muy bien y el resultado nos encantó.
Después de eso ya solo quedaba llegar a Marrakech y coger el avión a Madrid. Nuestro viaje llegaba a su fin.
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